Figura 1: Gestionar todas las diferentes ideas simultáneamente es la única forma de encontrar un óptimo

Para optimizar este proceso, se emplea un procedimiento estandarizado de tres pasos. En primer lugar, los científicos ingresan sus ideas a través de una interfaz fácil de usar, donde pueden dibujar nuevas estructuras o modificar las existentes. A continuación, los datos son traducidos y enriquecidos para ajustarse a un formato estructurado que facilita la gestión y la conexión con otra información. Finalmente, estos datos procesados se almacenan en un sistema centralizado.

Una característica clave de este sistema es su capacidad para actualizar y refinar automáticamente la información almacenada. Cuando un científico presenta una nueva idea, el sistema verifica si ya existe en la base de datos. Si no es así, crea una nueva entrada y establece las relaciones necesarias. Además, el sistema incluye mecanismos para un mayor enriquecimiento de datos. Los científicos pueden proporcionar metadatos adicionales, como las condiciones de reacción y las probabilidades de éxito, que se incorporan al sistema. Este detalle adicional incrementa el valor de la información, haciéndola más útil para futuras investigaciones y desarrollos.

Además, el sistema está diseñado para integrar datos de diversas fuentes, incluidas la literatura y bases de datos existentes. Esta capacidad amplía el alcance de la base de conocimientos, asegurando que se considere toda la información relevante y que los científicos tengan acceso al conjunto de datos más completo posible. Una vez validada por su precisión e integridad, la información se pone a disposición de otros investigadores. Este repositorio centralizado permite a los científicos visualizar y construir sobre el trabajo de sus colegas, fomentando un entorno colaborativo en el que las nuevas ideas pueden evolucionar y mejorar rápidamente.